sábado, 13 de mayo de 2000

KINTXO

En infinidad de ocasiones, la oportunidad de mejorar pasa por delante de nuestras narices y no nos damos cuenta. Hay veces en las que podemos aprender de lo cercano y no hay forma de exprimir aquello tan bueno y tan positivo que tenemos tan a mano. En el Deporte, lo bueno y positivo no es ganar y ser famoso y firmar autógrafos y todo eso, sino ser un ejemplo para los que vienen detrás. Es el verdadero triunfo del deportista, un triunfo que no reporta nada económico y que no se puede rentabilizar, pero que es la victoria más generosa.

Joaquín Ancín (Pamplona, 14.Junio.1966) Kintxo, es esa oportunidad de mejorar, porque es el ejemplo que muchos debieran seguir o, al menos, intentarlo. No se deberían perder este tipo de personajes en los clubs. Kintxo, tenista, Físico, monitor, directivo, hijo, marido, amigo, es un lujo para un club como el nuestro y más en los tiempos que corren, unos tiempos en los que las conductas van más por el egoísmo que por servir a los demás y el interés de todos. Kintxo es la fidelidad en persona y lo ha demostrado a través de los muchos años de titular y reserva en nuestro equipo. Ha conocido todo lo que se puede conocer en un Club de las características del nuestro, años en tercera categoría nacional, ascensos, descensos, varios entrenadores, títulos y hasta una convocatoria del equipo nacional.

Kintxo fue uno de los pocos jugadores que tuvo la osadía, allá por el año 80, de meter el morro donde sólo lo metían catalanes, valencianos y madrileños. Llegó a semifinales en el Campeonato de España infantil y fue seleccionado para jugar con el equipo español de la categoría. A continuación tuvo la oportunidad de entrenar en la Escuela Nacional de Barcelona por medio de una beca en la Residencia Blume, pero renunció a ella haciendo gala de una madurez impropia de su edad. Aún se recuerda en el club la anécdota de Kintxo en la radio. El periodista de turno no daba crédito a lo que estaba escuchando, cuando un niño de catorce años le decía que prefería quedarse en casa renunciando a la beca para entrenar con los mejores del país. En ese momento el locutor le quiso tocar la fibra frágil de la fama y le dijo: “Pero, hombre, ¿no te gustaría ser un Orantes o Higueras o Santana?”, a lo que nuestro amigo contestó: “Bueno, tampoco está mal ser Kintxo Ancín” Catorce años tenía la criatura.

En estos momentos es el referente de nuestro equipo, aunque no es el único que nos sirve. Ahí hay gente como J.P. Garayoa, Toño Esparza, Fermín Lizarraga, María Garai, Cristina Sanz y un largo etcétera que sirven o han servido de ejemplo en ese escaparate que forman los equipos absolutos. Cuando salta uno de estos jugadores a la pista para defender un punto del equipo, no se debe valorar sólo la victoria o la derrota sino la actitud. El niño, el joven, el aficionado, el directivo, todos, pero sobre todo el niño, debe ver en un jugador como Kintxo la aspiración de llegar a ser como él, un hombre con una capacidad de entrega impresionante, con una generosidad pasmosa y con una facilidad fuera de lo común para ser siempre el compañero que todos desean.

JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional de Tenis