domingo, 23 de octubre de 2005

LAS LIMITACIONES DE MADRID Y DE NADAL

Los Tennis Master Series (TMS) son los torneos estrella de la temporada. A ellos están obligados a acudir aquellos jugadores que se encuentran en los primeros 35 puestos ATP, lo que, en principio, garantiza el éxito deportivo. Sólo pueden eclipsar a estos nueve torneos los cuatro grandes (Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open). Los problemas aparecen cuando van llegando noticias de lesiones de jugadores que dejan el torneo en uno más, pero con una dotación económica de gran evento.
Madrid ha llegado el último a esta feria y no le han correspondido las mejores fechas precisamente. A estas alturas de la temporada, los jugadores están agotados, esperando a terminar la temporada jugando el Master (los ocho mejores) o, simplemente, a terminar la temporada (los demás). Y ya se ha visto el interés de los protagonistas, materializado en la ausencia de lo más florido y más atractivo del panorama mundial. Con todo vendido, se anuncia que faltarán Federer, Agassi, Hewitt y Safin, cuatro de los seis primeros. Casi nada. Como la ATP no ponga remedio a estos desmanes, el Circuito se va a convertir en un conjunto de manifestaciones de glamour, famoseo y zonas vip, dando la espalda a lo realmente importante, el espectáculo deportivo. Aunque bien es cierto que, por mucho remedio que ponga la ATP, el TMS de Madrid ha basado su importancia, desde el principio, en los paseos de artistas, futbolistas y caraduras junto a las pistas. Y esto parece que no es bueno para el Deporte.
Rafael Nadal ha ganado su cuarto TMS de la temporada, una temporada atípica porque, si el año pasado se repartieron los TMS Safin, Agassi, Federer, Moyá y Roddick, en 2005 sólo han sido campeones, a expensas de lo que ocurra en el último torneo (París, 31 de Octubre), dos jugadores: Federer y Nadal. El de Manacor está acabando un año en el que todo le ha rodado bien, podríamos decir que extrañamente bien, porque un lanzamiento tan meteórico no se conocía en la historia del tenis. Todo lo que toca lo convierte en oro y todo lo que se pone encima se vende por miles, porque las marcas estudian todo al detalle dentro de sus operaciones de marketing. Ahora, por ejemplo, Nadal tiene problemas con las rodillas y se ha puesto unas cintas negras (férulas patelares) para sujetar su zona dañada. Y esas cintas se le ven porque, casualmente, ha cambiado sus pantalones “pirata” por unos normales. Pues hala, a vender cintas negras.
Rafael Nadal es un fenómeno. Pero los fenómenos también tienen sus limitaciones por su condición de humanos. Nadal corre demasiados kilómetros para ganar sus partidos. Y el problema no es correr, sino la intensidad a la que lo hace. En un deporte como el tenis, que ha evolucionado en materiales y superficies haciéndolo cada vez más rápido, no se puede basar la carrera de un jugador en el físico. El cuerpo humano, como las máquinas, se desgasta y se rompe. Por eso, Rafa Nadal debe plantearse cambiar en algo su patrón de juego, como por ejemplo, dar más importancia a mejorar su saque y, sobre todo, a no jugar a dos metros de la línea de fondo. El tenis es cada vez más agresivo y se juega, en cuanto se puede, con los pies dentro de la pista (si no se lo cree, compre un vídeo de Agassi). Nadal debe cambiar para que no se le acabe la gasolina demasiado pronto. Y es que uno acaba agotado cada partido de este hombre, aún estando en el mejor sofá.


JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional de Tenis
23.OCT.2005
Publicado en Diario de Noticias (25.OCT.2005)