lunes, 17 de abril de 2006

EL SEGUNDO

No es ninguna deshonra ser segundo, pero duele. En el deporte, el primero, el campeón, pasa a la historia, aparece en el palmarés de su Federación con letras de oro y su Comité Olímpico le premia continuamente con un reconocimiento, a menudo, exagerado. El segundo debería hablar de vez en cuando y contar a la humanidad su esfuerzo infructuoso por ser primero, convencido de que podría serlo y recibiendo siempre la misma bofetada y, además, en la misma mejilla.

Romminnger, un ciclista excepcional, que tan pronto era escalador como contrarrelojista, coincidió en el tiempo con Miguel Induráin y no pudo llegar a lo más alto. Lo mismo le pasó a Poulidor con Anquetil, a Marro con Iríbar, a Manolo Cervantes con Arconada, a Chris Evert con Navratilova o a Galarza con Retegi. Son muros insalvables para un deportista que es grande, que se siente grande, que la gente lo ve como grande, pero que nunca llega a ser el más grande.

Conchita se va. Dice que no puede ni con su tobillo ni con sus resultados. Conchita tampoco ha podido con Arantxa Sánchez Vicario. Tuvo la mala suerte de que cuatro meses antes de nacer, ya había nacido la que iba a ser la número 1. Si Arantxa no hubiera existido, estaríamos hablando de la retirada de la más grande de todos los tiempos. Más de una vez Conchita habrá pensado que, con lo grande que es el mundo, por qué tuvo que nacer aquí al lado. Pues sí. El protagonismo es sólo de uno. Ahí no caben dos.

El palmarés de Conchita es envidiable. Ganar Wimbledon (Santana ya se ha lanzado a decir que eso es lo máximo... porque lo ganó él), ser segunda (¡otra vez segunda!) en París y Australia, ganar cinco veces la Copa Federación y tener tres medallas olímpicas (dos de plata, o sea, de segunda) y conseguir ser la número 2 ( ¡!) en el Ranking WTA en 1995, es algo reservado a muy pocas tenistas de la historia. Y aún y todo, en su país, segunda.

Uno espera que la historia sea generosa con Conchita, porque es justo y porque se lo merece. Siempre le quedará el recuerdo de aquella final del Campeonato de España (1988) en la pista 1 del Tenis Pamplona, cuando le sacó a pelotazos a su amiga-enemiga Arantxa (6/2 6/0). Y es que el segundo también tiene momentos de gloria. Y si no que se lo pregunten a Romminger, Poulidor, Marro, Cervantes, Chris Evert o Galarza.


JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional de Tenis
17 de Abril de 2006