miércoles, 14 de marzo de 2007

VIOLENCIA PADRE-HIJO

No es fácil soportar el fracaso cuando, desde la grada, no se puede hacer nada más que sufrir. Y es que en el Deporte conviven el sufrimiento activo y el pasivo, el del actor y el del espectador, el del deportista y el del forofo. Lo que ocurre es que, hasta para ser forofo, hay que estar preparado.

Se están observando últimamente conductas en el deporte infantil que son, como mínimo, preocupantes. Hay padres que no están preparados para ver a sus hijos competir y no se comportan con decoro debido a su ceguera. Los padres deben aportar al deportista sentido común, sensatez, educación y, sobre todo, lo que se llama “saber estar” . Pero están apareciendo casos de violencia, sí, sí, de violencia padre-hijo, es decir, de padres que pegan a sus hijos cuando pierden y, además, en público. Y, aunque todos sabemos que no es agradable ver a un hijo derrotado después de madrugar, de llevarlo hasta no sé dónde y de perder la mañana del sábado, lo cierto es que hay que dejar el instinto a un lado y utilizar el cerebro.

Todos sabemos, o nos imaginamos, que no es fácil digerir el hecho de la derrota del hijo cuando, por ejemplo, lo ha tenido todo a favor y ha fallado en ese momento en el que los grandes no fallan. Pero volvemos a lo de antes y es que un padre que no sea capaz de soportar esa presión debe quedarse en casa, porque su conducta puede derruir todo lo que deportistas, entrenadores y directivos han construido durante mucho tiempo, el deporte como algo inmensamente positivo. Por eso, desde aquí, este humilde técnico deportivo y juntaletras ocasional invita a todo progenitor que no sea capaz de controlar ese impulso, a no visitar recintos deportivos en donde compitan sus hijos porque, entre otras cosas, el Deporte y los deportistas se lo agradecerán.



JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional de Tenis
14 de Marzo de 2007
Publicado en Diario de Noticias (16.MAR.2007)