martes, 29 de enero de 2008

SORPRESA, SORPRESA

La impresión del aficionado cuando no gana el favorito es que la competición está viva, que no se ha anclado en algo inamovible y que se puede apostar. Por una parte es bueno que los mejores lleguen a la última ronda porque la competición debe hacer justicia al mejor. Pero ¿quién es “el mejor”, el que habitualmente gana o quien en un momento dado destaca por encima de todos?

En Australia, Djokovic y Tsonga han sido mejores que Federer y Nadal. Todo tiene su explicación técnica y se puede argumentar.

¿Por qué ganó Djokovic a Federer? El partido fue muy igualado, aunque el resultado parece indicar lo contrario, ya que el suizo no pudo ganar ni un solo set. Empataron en errores no forzados (32 cada uno), el serbio sacó algo mejor pero hizo más dobles faltas, los dos sacaron exactamente a la misma velocidad de promedio (191 km/h.), incluso cuando subieron a la red ganaron casi los mismos puntos (22-19 a favor de Federer). Entonces, ¿dónde está la clave? A este nivel y tal y como sacan estos jugadores, la respuesta puede estar en los breaks (rotura de servicio). A Djokovic le bastó con aprovechar más las oportunidades (4 de 11) que Federer (2 de 9). Esos dos puntos definen el resultado final (7/5 6/3 7/6)

¿Por qué ganó Tsonga a Nadal? Aquí las diferencias fueron mayores. El francés es un hombre que se la juega constantemente. De hecho, cometió 27 errores no forzados por tan sólo 12 Nadal. Estos son los únicos números favorables al español, aunque la razón es muy sencilla: el que arriesga a estos niveles, falla mucho, pero también acierta. Tsonga hizo 49 winners (golpes ganadores) y Nadal se quedó en 13; demasiada diferencia para poder neutralizar con otras estadísticas. Pero en lo que destacó este hombre, al margen de otras ventajas numéricas sobre Nadal, es que cuando metió su primer saque y como consecuencia de éste, ganó casi siempre el punto (86%). Y esto no fue sólo en este partido, porque en todo el torneo ha jugado con porcentajes parecidos.

Todo esto da a entender que no hay “mejores” eternos. El mensaje es claro para todos esos deportistas que no creen en sus posibilidades y se abandonan cuando se trata de derrotar al superior. Hay que trabajar hasta el final, porque en la competición, desde la élite hasta el deporte escolar, el que se descuida fracasa. Y no tiene ninguna gracia perder por falta de espíritu ganador. O por no tener ganas de tenerlo.



JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional de Tenis
29 de Enero de 2008
Publicado en Diario de Noticias (30.ENE.2008)