sábado, 10 de septiembre de 1994

ESCUELAS DEPORTIVAS: ¿TENEMOS REALMENTE OBJETIVOS?

Podríamos decir que no existen unos objetivos claros en nuestras Escuelas Deportivas. Todos sabemos que en cualquier actividad organizada se debe trabajar en base a unas miras concretas, con unos plazos establecidos y con la limitación que supone los medios con que se cuenta. En el mundo de la producción todo se resumiría a esos tres puntos. Pero, ¿valdría eso en el mundo del Deporte?

En principio, deberíamos establecer las diferencias entre los diferentes "Mundos del Deporte", que se pueden dividir en cuatro: la Alta Competición profesional, la Alta Competición aficionada, el Deporte de Competición de Club y el Deporte de ocio o esparcimiento. Llevado a la realidad cotidiana, sería el deportista hipertelevisivo, el deportista esforzado en un deporte con pocos recursos, el hijo del amigo que lo hace francamente bien y el dominguero. En teoría, cada uno tiene sus objetivos concretos, aunque el tercero es quien en más ocasiones sufre de indefinición.

Parece fácil establecer los objetivos del Deporte de Club pero no es así. En principio hay que decir que estos objetivos pueden ser cambiantes desde el momento en que el destino de cada club depende del criterio de aquél que detenta el poder en cada período de legislatura. De cualquier forma, lo que debe quedar claro es que los objetivos los marca el propio club y nadie puede desmarcarse, porque lo que eso provoca al final es la autoexclusión del deportista en cuestión. No estaría de más que en los Estatutos figuraran los fines que el Club persigue con el trabajo de las Escuelas para que, al menos, hubiera una línea, acertada o equivocada, pero al fin y al cabo una línea a seguir.

¿Cuáles son los objetivos de nuestras Escuelas Deportivas? ¿Se trabaja para ganar, para disfrutar, para hacer campeones, para entretener, para...? ¿Son importantes los resultados? ¿Le interesa al socio de a pie que el equipo de pelota sea campeón de España o que uno de nuestros tenistas gane el Master Navarro...? Son preguntas dignas de un debate interno no sólo en nuestro Club, sino en cada club deportivo que cuida y mima sus escuelas. ¿Sabe alguien hacia dónde van las Escuelas y qué pretenden?

Como antes se ha dicho, la orientación siempre depende de quien en cada momento sea Presidente de club o Presidente de sección, pero debería haber un camino por el que pasaran todos los directivos y del que nadie se pudiera apartar ni aún en momentos de loca tentación. Esta debería ser la ruta para conseguir antes personas que deportistas o, mejor dicho, personas-deportistas. Esta labor es de todos, no de unos pocos. Todos deben colaborar para conseguir que nuestros chicos y chicas aprendan a valorar lo que tienen, un Club que les facilita el aprendizaje de un deporte en el que hacen amigos, se divierten y en el que, si llegan a competir, podrán llegar a cotas tan importantes como aprender a perder, a comportarse como un ganador, a respetar a un contrario o a poner el hombro para que un compañero llore en él. Todo lo que sea alejarse de estos objetivos es salirse de la mentalidad de Club. Para llegar a conseguir esto hay que trabajar y hay que exigir esfuerzo a los deportistas, porque sin trabajo no hay horizonte posible. Cuando se trabaja bien, suelen aparecer los resultados, es la consecuencia lógica; pero si éstos no aparecen, no hay que llegar a hacer dramas y tragedias. En la mayoría de los casos y a este nivel, los resultados deberían ser pura anécdota.



JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional de Tenis