miércoles, 14 de febrero de 2007

LLORAR

Unos dicen que llorar no es de hombres; otros que es bueno llorar y que en el llanto no hay sexos. Unos tachan de nenazas a los que lloran y otros defienden al llorica como alguien valiente que es capaz de expresar lo que siente sin complejos ni verguenzas. Y lo único que está claro es que llore quien llore, todos lloran con motivo.

El equipo español de Copa Davis ha ganado su primera eliminatoria del año llorando. Con un equipo plagado de reservas (Verdasco es el 6º jugador español en el Ranking ATP y Feliciano el 12º), España se ha clasificado venciendo a jugadores con nombre de heladero italiano (Chiudinelli) y de recuerdos del colegio (Bohli). Jugadores totalmente desconocidos hasta para quien se preocupa de seguir el tenis semana a semana. Y es que la Copa Davis es difícil, pero se hace más complicada cuando un equipo empieza a llorar desconsoladamente por todo lo que le ocurre. Nos toca jugar fuera, Nadal se lesiona, Tommy Robredo dice que pasa, Moyá no es el que era, Ferrero ha desaparecido, nos ponen la pista más rápida que existe, Verdasco no se mentaliza para sustituir a última hora a Nadal y, en fin, todo un cúmulo de circunstancias que, de cara a perder, actúan de colchón, pero que no convencen a nadie.

Al terminar la eliminatoria, Nadal ya dijo que la próxima contra Estados Unidos es imposible (seguimos llorando) porque es un equipo muy fuerte y que otra vez aparecerá la maldita velocidad del piso. Los americanos tienen a Roddick y Blake, dos monstruos. El optimista pensará que uno u otro se puede lesionar, o enfadarse con los direcitvos de su federación y negarse a jugar o surgirle un funeral o, simplemente, tener un mal día y que Nadal (si es que no le deja de apetecer jugar) viva una gran actuación y elimine él solito a los yankees. Pero el español no. El español pensará (llorando, por supuesto) que la superficie va a ser aún más rápida que la de Basilea, que Roddick va a batir el record de velocidad de su saque, que tradicionalmente se ha fracasado cuando se ha jugado en ese país y hasta que a Blake le va a salir pelo.

Contra Estados Unidos no cabe llorar. Hay que mirar hacia delante y con el orgullo de haber llegado a segunda ronda y enfrentarse al mejor equipo del momento. Gigantes más grandes han caído en la historia del tenis. Pero cuando cae un gigante es porque el débil se lo cree y deja los complejos en el vestuario. Lo demás es para nenazas y lloricas.



JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional de Tenis
14 de Febrero de 2007
Publicado en Diario de Noticias (16.FEB.2007)