domingo, 5 de diciembre de 2004

UN G-3 VALIENTE EN TODAS SUS DECICIONES

Se acabó la Davis por este año. El papelón de España ha sido eso, un papelón. No sólo por llegar y vencer, sino por la trayectoria de una Federación que ha colocado a su equipo en la final del trofeo más preciado tres veces en los últimos cinco años. La verdad es que, antes del 2000, llamaba la atención que un país que contaba con quince o veinte jugadores entre los cien primeros del mundo, no fuera capaz de lucirse en una competición de equipos. Pero también es verdad que la Copa Davis a veces no refleja el nivel de un país, sino el nivel de uno o dos jugadores. La prueba la tenemos en las chicas, que con dos jugadoras únicas y sin nadie más detrás, levantaron la Fed Cup, o sea, la Davis femenina, en cinco ocasiones.

Esta final ha tenido unas características muy especiales. En primer lugar, Arrese, Avendaño y Perlas, el G-3, han estado muy valientes en todas sus decisiones. Hay que tener sangre fría para apartar a todo un Juan Carlos Ferrero y dejar casi todo en manos de un chaval de 18 años. Y hay que ser consecuente para no desgastar al chaval en un doble que no iba a llevar a ninguna parte más que a la acumulación de cansancio La consecuencia de esta medida la ha podido ver todo el mundo: Ferrero ha exhibido durante todo el fin de semana una cara de dolor de tripas que no dice mucho a favor de un profesional. Habría que recordarle que en la final de hace cuatro años, contra Australia y en el Palau, el entonces G-4 le incluyó como titular, dejando a Carlos Moyá fuera, incluso, del equipo.

En segundo lugar, podríamos destacar la poca competitividad de un equipo, el estadounidense, al que parecía que no le importaba demasiado el resultado. No alinear a Spadea, número 19 del mundo, llama la atención y, además, lo han pagado.

Pero lo más destacado quizá pueda ser la pobre impresión que ha dejado todo un número 2 del mundo y ex número 1. Andy Roddick ha llegado a Sevilla sin derecha, con un saque que no ha tenido, al menos porcentualmente, nada de temible y con un estado físico realmente lamentable. El espectáculo que dio a nivel físico el viernes contra Nadal fue horroroso, pero nada comparable con la situación tan bochornosa a partir del principio del segundo set del domingo contra Moyá.

Además de todo esto, habría que resaltar todo el espectáculo que ha dado una grada entregada a un equipo y que no ha parado de gritar y de bailar. Por cierto, algunos no habrán parado de gritar pero contra la organización, porque ha habido localidades impresentables, de esas que da vergüenza ofrecer.

Pues se acabó la historia. El final ha sido feliz, pero el tenista no descansa demasiado. Ahora toca, parando o sin parar, preparar el primer Grand Slam del año, Australia, y muy cerquita ya la Davis 2005.


Josemari Sexmilo
Entrenador Nacional de Tenis
5 de Diciembre de 2004
Publicado en Diario de Noticias. (6.DIC.2004)

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