Ser recogepelotas, aunque sea en
un torneo de cadetes en un club de tenis cualquiera, es vivir algo inolvidable.
Al menos así lo dicen los niños y niñas que tienen la suerte de vivir esa
experiencia. Los padres lo corroboran y babean mientras los hijos corren a
buscar las pelotas de sus ídolos. Hace cuarenta años era un trabajo casi
humillante, patrimonio de familias humildes que enviaban a sus hijos a ganar
algo de dinero a los clubs de los ricos. Ahora todo ha cambiado; en los clubs
se recoge sus pelotas cada uno (entiéndase la expresión, no se puede decir de
muchas formas) y, cuando llega un gran evento, niños, niñas, padres y madres se
dan codazos por llegar a tiempo para lograr una plaza de recogepelotas. La
ilusión es tremenda y la verdad es que merece la pena fijarse en cómo disfrutan
los críos, ejerciendo su protagonismo, junto a los protagonistas de la
competición: los jugadores. Es, de verdad, una de las estampas más bellas de
cualquier campeonato.
Ya ha comenzado el Master 1000 de
Madrid. Y ha comenzado con un ¡casting de recogepelotas! Lo que oye. En un acto
perfectamente publicitado y lanzado a los cuatro vientos, 47 modelos (chicos y
chicas) han optado a las plazas ofertadas. Eso sí, harán de recogepelotas sólo
en los partidos importantes, o sea, en los que juegan los mejores y en los que
llenan los palcos personajes como Cristinano Ronaldo, Ana Botella, la Obregón , algún cantante de
moda y toda la derechona madrileña.
En el casting, la presentadora ya
advirtió nada más comenzar que 160 niños disfrutarán haciendo de recogepelotas
en el torneo. Pues eso, que lo que les sobre a los modelos y a las modelas, se lo comerán los críos de la
ilusión tremenda, esos niños y niñas que van a trabajar a diario, pero que no
van a ver colmadas sus aspiraciones de recogerle las pelotas a Nadal (tampoco
se puede decir de muchas formas) con la televisión en directo, y con la
alcaldesa y los famosos en el palco. Eso está reservado para la gente guapa con
prietos pectorales y duros abdominales que progrese adecuadamente en el
casting, cuyo sponsor, por cierto, es Mango; algo que, no lo dudemos, es
casual.
El Madrid Open siempre ha pecado
de ser sumiso al famoseo. Quizá es
que en Madrid no atrae el tenis como en otras ciudades y hay que poner estímulos
tan insustanciales como la gomina de Cristiano para que la gente acuda a las
pistas y se fije en esas banalidades, mientras Djokovic pega raquetazos
magistrales a diestro y siniestro y haya gente que ni se entera.
Los que acudan a la
Caja Mágica van a disfrutar porque el
espectáculo deportivo es impresionante. Casi único. Como única va a ser la
imagen de esos cuerpazos recogiendo las pelotas a los mejores del mundo, aunque
no encuentren explicación aquellas familias humildes que enviaban a sus hijos a
ganar algo de dinero a los clubs de los ricos.
JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional
de Tenis
11 de Abril de 2013
Publicado en Diario
de Noticias (23.ABR.2013)
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