sábado, 21 de octubre de 2006

EL SEÑOR GOÑI

Uno llega a dudar de si realmente aquello de “nadie es imprescindible” es cierto o no. En los clubs deportivos de los años sesenta había personajes que rompían ese dicho de forma demoledora porque eran todo dentro de un recinto en el que sólo se exigía que las piscinas tuvieran agua y que el bar no fuera muy caro. El conserje, esa figura que, desgraciadamente, va desapareciendo, era quien mandaba, gritaba, exigía, aconsejaba, recibía, despedía, pagaba, llamaba, vigilaba, en fin, era como una plantilla entera dentro de un solo cuerpo. ¿Cómo iba a pensar un conserje de aquellos que a la vuelta de unos pocos años iba a haber asesores, directores, comités de empresa, especialistas en comunicación, encargados de riesgos laborales y mucho más?

Parece que Jesús Goñi, el señor Goñi, se ha ido para siempre. Y digo parece porque los que ya no vamos a cumplir los cuarenta lo tenemos tan mitificado que es difícil separar rincones e historias del Club Tenis Pamplona de la figura de Jesús Goñi, el señor Goñi. Y es que este hombre, que se incorporó al Club el año 50, lo fue todo. Sí, sí, todo. Comenzó su carrera como conserje de los de antes, o sea, viviendo dentro del Club; luego fue jefe de personal, aunque no hacía falta nombramiento porque siempre fue, de una manera u otra, el jefe. Más tarde pasó a Director Deportivo y, al final, a Gerente. Toda una trayectoria.

Jesús Goñi, el señor Goñi, era un poco Caravinagre, la verdad. Gritaba a todas horas y se cabreaba hasta con su sombra. Era la faceta más conocida de este personaje. Pero los muchos que tuvimos el privilegio de conocerle de cerca disfrutamos de él como del mejor de los amigos. Un jugador de principio de los 70 decía siempre que el señor Goñi no era el Director Deportivo, sino el padre deportivo. Y es que, a parte de todas las facetas antedichas, Jesús Goñi, el señor Goñi, nos aconsejaba a pie de pista a los infantiles como si de un capitán de Copa Davis se tratara, nos acompañaba cuando jugábamos fuera de Pamplona, nos encordaba las raquetas y nos cobraba de vez en cuando, nos enseñaba a mentir en el mus, nos mimaba, nos quería… Como digo, un privilegio.

Jesús Goñi, el señor Goñi, el último conserje, el último hombre-todo, se ha ido a descansar. Pues que descanses, Jesús; y que, si como dicen muchos, hay algo después de esto, nos veamos, si es posible, con una raqueta en la mano.

Agur, señor Goñi.


JOSEMARI SEXMILO
Entrenador del Club Tenis Pamplona
21 de octubre de 2006
Publicado en Diario de Noticias (22.OCT.2006)

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