miércoles, 10 de junio de 2009

MI AMIGO SEVE

Mi amigo Seve siempre jugó bien a pelota mano. Corrían los años 60 y en los Maristas había mucha afición porque el hermano Felipe, a quien siempre le recordaremos como un hombre de pelo blanco, chiquito, sotana y una pelota en la mano, animaba a los chavales a jugar al deporte más nuestro. Un día, en esos partidos que se hacían entre colegios, Seve jugaba contra un guipuzcoano que había empezado el partido fatal, viendo cómo mi amigo le ganaba y le machacaba con una superioridad aplastante. Pero el hermano guipuzcoano empezó a remontar y entonces fue cuando el abuelo de Seve, que aquel día había ido a ver si era verdad lo que el nieto contaba en casa, le llamó a la contracancha y le dio la clave. “Mira chaval, cuando estos guipuzcoanos parece que están medio muertos, no están medio muertos… están medio vivos”. Y Seve captó el mensaje de tan familiar botillero y ganó.

Federer ha “vuelto”. Para muchos había desaparecido y no contaba para nada. El ser humano es cruel con quien ha llegado arriba y por lo que sea no se mantiene. Si Federer llegó donde llegó, no fue por casualidad y, se diga lo que se diga, ni la técnica se olvida, ni el físico se extingue, ni la cabeza deja de funcionar de repente. Y es que el suizo es tan bueno que es el jugador menos táctico de los que hoy juegan el Circuito. La táctica es importantísima en el tenis, pero este hombre estiloso, elegante y deportivo, no la tiene ni la conoce. Tiene tal dominio de sus golpes, que no le hace falta pensar cómo puede destrozar tácticamente al contrario. Le basta con pegar y pegar. Federer tiene una derecha perfecta y un revés que roza la perfección. Saca muy bien, cuando hay que volear, se va a la red y volea, juega bien de bote pronto (algo poco habitual a esos niveles), es inteligente, toma la iniciativa en cada punto, sabe contraatacar, tiene muy buen passing… Soderling, en la final, intentó hacer lo que hizo en rondas anteriores, imponer su ritmo, pero enfrente no estaba Nadal ni Davydenko ni González; estaba, ni más ni menos, el mejor jugador del mundo.

Roger Federer nunca ha estado muerto, por mucho que se le haya querido matar. Sí que ha estado en la sombra, como el depredador que espera a su pieza y se lanza en el momento oportuno. Si el abuelo de Seve hubiera estado ahí, quizá hubiera cambiado la historia. “Mira chaval, cuando estos suizos parece que están medio muertos, no están medio muertos… están medio vivos”. Y alguno habría captado el mensaje. Y es que la veteranía es un grado.



JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional de Tenis
10 de Junio de 2009
Publicado en Diario de Noticias (12.JUN.2009)

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