sábado, 24 de septiembre de 2011

LA COPA DAVIS

A mí no me engancha la Copa Davis. Lo siento. Ahora es el momento de decirlo, cuando España ha llegado a la final y cuando puede cubrirse de gloria ganando su quinto trofeo en 12 años. Lo fácil es decirlo cuando los tuyos no ganan y tienes que tragarte un Francia-Rusia porque no hay otra cosa que llevarse a la boca. Pues no.

La Copa Davis sólo tiene el atractivo patriota de la victoria colectiva sobre otro país, como si de una guerra se tratara. Todo el mundo con su bandera, su trompeta, su voz preparada para gritar más que la forofada contraria y con ganas de aplastarles. Y es que se ha pasado del tenis de antes, el educado, el respetuoso, el pijo quizá, a algo parecido al fútbol de grada y pancarta.

Una de las razones por las que no me gusta la Copa Davis es porque sólo se juega en una pista. Cuando vas a cualquier torneo, puedes elegir entre varias pistas, a parte de la Central, porque se juegan muchos partidos a la vez. En la Davis tienes que tragarte el partido de la única pista que hay, sea bueno, regular o malo; y eso tiene el atractivo que cada uno le quiera dar.

Bien es cierto que juegan los mejores (salvo cuando están cansados). Pero también es cierto que para ellos, para los jugadores, no es lo más importante del mundo mundial. Los tenistas van a lo suyo, a competir individualmente y a colocarse lo más alto posible en el Ranking ATP, que es lo que al final les da puntos, dinero y prestigio. Lo de la Davis, aunque a alguno le cueste creer, es algo que a unos jugadores les gusta y a otros les molesta. Pero a los que les gusta, sin lugar a dudas y sin excepción, es a los Directivos, algunos bastante aldeanos, por cierto. Los presidentes de las Federaciones Territoriales son invitados por la Federación Española a todas las eliminatorias en territorio nacional, a hoteles de nosécuantas estrellas, junto a su esposa o acompañante. Les inflan a canapés, les invitan a saraos y algunos se vuelven a su pueblo comentando cosas de Rafa (al que todos los que no somos íntimos llamamos Nadal) y Feli (ídem), amigos de toda la vida. Y mientras tanto, las subvenciones no llegan, los clubs se mueren y no hay dinero para nada.

La final está al caer y está claro que será un espectáculo casi único. Sería bueno que fuera una final apretada y emocionante y que ganara el equipo de casa. Y si no gana España, al menos ganará la hostelería del canapé y el sarao.

Definitivamente, a mí no me engancha la Copa Davis.



JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional de Tenis
24 de Septiembre de 2011
Publicado en Diario de Noticias (04.OCT.2011)

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