viernes, 13 de julio de 2012

SALVADO POR LA CAMPANA?



En el siglo XVII se sabía que, por las razones que fuere, mucha gente era enterrada viva. Es por esto por lo que alguien aportó una sencilla solución: se ataría una soga al ataúd y a una campana colocada al lado de la tumba, por lo que, si había algún movimiento del supuesto difunto, la campana sonaba. De ahí la expresión “salvado por la campana”.

En relación a la final de Roland Garros, se está hablando mucho de que a Nadal le salvó la campana, la lluvia, de que las condiciones son iguales para los dos y que se quejó porque las cosas le iban mal (perdió ocho juegos seguidos). Para aquellos a los que les gusta ver tenis pero no tienen demasiados conocimientos y quieren saber lo que pasó realmente a nivel técnico en la Central de París, quien suscribe intentará dar una explicación.

A Nadal no le salvó la lluvia (cuando se suspendió la final andaba deambulando por la pista sin saber qué hacer y con un montón de problemas, entre ellos el resultado, que se le volvía en contra). A Nadal le perjudicó la lluvia. Y a Djokovic no. ¿Por qué? La explicación es importante. Nadal basa su juego (especialmente su drive) en un golpeo muy rápido y ascendente, que provoca que la pelota haga muchas rotaciones en el aire y cuando toca el suelo salga muy acelerada y con mucha altura. Es lo que se llama efecto liftado. Es la base fundamental de su juego. Y para que la pelota se acelere de esta forma, hace falta que tenga el peso y la presión adecuada. Si la pelota ha perdido algo de presión por el uso (aunque se cambian cada siete juegos) y ha ganado el peso de la humedad de la lluvia mezclada con la tierra, el efecto es prácticamente imposible. La pelota no rueda en el aire, diríamos que casi no se puede liftar. Por eso, el arma letal del balear desapareció.  

Por el contrario, Djokovic tiene unos golpes prácticamente planos, es decir, sin efecto o con muy poco efecto. Por eso a él le influyó mucho menos la aparición de la lluvia. Únicamente podría haberse quejado de que la pelota no corría como lo hace habitualmente, pero eso sí que es igual para los dos.

Se supone que mucha gente salvó su vida en aquellos tiempos por el invento de la soga y la campana. En nuestros tiempos, suponemos que a muchos políticos, artistas, banqueros, cuentistas, comerciantes, funcionarios y ciudadanos en general, les ha salvado en algún momento de apuro la campana. No es el caso de Rafa Nadal, porque si no llega a aparecer la lluvia habría acabado Roland Garros sin ceder un solo set. Y sin campana.


JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional de Tenis
13 de junio de 2012
Publicado en Diario de Noticias (18.06.2012)

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