Cuando nos sentábamos delante de
la tele para ver ganar (siempre ganaba) a Miguel Induráin, cuando no sentíamos
ni miedo a perder (aunque sí emoción), cuando a los demás no les servía ni
rezar (estaban convencidos de que ni eso les iba a aupar por delante de
Miguel), entonces era cuando un señor mayor que siempre se sentaba al lado de
los jóvenes, nos repetía una y otra vez que no nos acostumbráramos a eso, que
en la vida todo pasa y que, si éramos capaces, cada momento lo estiráramos como
un chicle… para que se nos hiciera más largo.
Rafa Nadal no gana siempre, pero
sí casi siempre. Después de su lesión, su reaparición y su exitoso año, hay que
plantearse, y no es por ser aguafiestas, que algún día esto se acabará. Y
cuando se acabe, no tendremos más consuelo que los vídeos, las hemerotecas y
cosas así. El futuro del tenis español no es brillante como la carrera de
Nadal, entre otras cosas, porque sería mucha casualidad que se repitiera un
fenómeno como el actual. Rafa ha ganado este año dos Grand Slam (Roland Garros
y US Open), cinco Masters 1000 (Cincinnati, Canadá, Roma, Madrid e Indian
Wells), y se ha paseado por otros torneos; y esto no es repetible.
Nadal ya tiene 27 años y, según
parece, no tardará mucho en retirarse; no porque lo haya ganado todo y ya se
aburra, sino porque tiene su organismo muy castigado y su recorrido parece que
será más corto que el de los demás tenistas. Pero es que los compatriotas que
le acompañan en este viaje de deporte, dinero y glamour, tampoco van a disponer
de mucho tiempo para dar alegrías a la afición. Ferrer (31 años), Feliciano
(32), Robredo (31), Verdasco (30), Almagro (28), componen la nómina ganadora
del tenis español y esta nómina, nos guste o no, acabará agotando sus baterías
y retirándose. Y el futuro? Pues no se ve muy claro o, mejor dicho, se ve claro
que no hay futuro.
El tenis español no se agota. La
afición que hay en todo el país, la cantidad de Escuelas y Centros de
Tecnificación, el gran número de jóvenes que quieren dedicarse al tenis y vivir
de él, el montante de torneos internacionales que traen a jugadores de todos
los países, no se pueden agotar de un día para otro. Lo que se agotará será ese
liderazgo tan necesario en un país (léase Mac Enroe en Estados Unidos, Borg en
Suecia, Becker en Alemania, Lendl en Checoslovaquia, Vilas en Argentina). Y es
que, como queda dicho, no se ve un relevo claro.
El señor mayor que siempre se sentaba
al lado de los jóvenes sabía que en la vida todo pasa y así lo repetía una y
otra vez. Lo de Induráin lo estiramos como pudimos pero, por mucho que todavía
se le cante en el tendido de sol, hay que ceñirse a que, simplemente, se acabó.
El chicle de Nadal todavía podemos estirarlo, saborearlo, masticarlo y
disfrutarlo. Hay que hacer lo posible por que no se acabe, aún a sabiendas de
que un chicle da para lo que da.
JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional
de Tenis
31 de Diciembre de
2013
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